PEDRO JUAN CABALLERO / lunes, 13 de mayo de 2024

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El final de los coches de combustión supondría para los talleres un descenso del 56% de la facturación por trabajos mecánicos
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Aceite, bujías, válvulas... filtros en fin todas las partes del motor y sus componentes desaparecerán respecto al auto eléctrico, frente a la aparición de puestos de trabajo informatizados.

"Todo desaparecerá, no hará falta nada", los componentes que contienen cada una de las cajas del estante. Hoy, el recambio de estas piezas es la principal actividad de muchos talleres, donde la llegada de estos autos electricos va en aumento. 

 

La entrada en escena del auto eléctrico implica la llegada de un nuevo elemento a los talleres –las baterías eléctricas- y la desaparición de otros muchos que suponen buena parte de la facturación anual de estos establecimientos. Se trata del aceite, los filtros de aceite, fallas de distribución, bujías, inyecciones, escapes, etc. Un total de piezas que precisan un mantenimiento cada cierto tiempo y que, al no estar presentes en este nuevo tipo de vehículos, provocarán la desaparición de buena parte de los talleres tradicionales y una caída en la facturación de aquellos que logren sobrevivir. Según argumentan expertos, los talleres perderán alrededor del 38% de su facturación anual.

 

Sin embargo, otras organizaciones que hablan de que esta cuantía se queda corta. Se estima que para 2030 hasta el 50% de la actividad desaparecería.

 

 

Según se explica en el informe “La descarbonización de la postventa”, realizado, este sector acoge miles de talleres y factura millones anuales. Sin embargo, si el parque es 100% eléctrico, esa cifra se reduciría hasta los minimos.

 

Esta diferencia se debe a que el valor de todas esas piezas presentes en los vehículos de combustión y que no se incluyen en los autos eléctricos, una cifra que los talleres dejarán de ingresar por cada vehículo. En términos económicos, este impacto no será tan notable porque las el cambio de las baterías eléctricas es muy elevado, en función de la autonomía del vehículo. El problema es que estas se sustituyen por otras cada 10 años y los talleres no pueden estar todo ese periodo de tiempo con los brazos cruzados esperando a que les entre un auto.

"Con la muerte del diésel, los talleres también irán muriendo. El auto eléctrico no tiene más que unos neumáticos y unas pastillas de freno”, argumenta un especialista al diario El Español, que será el único mantenimiento que se seguirá haciendo de aquí a pocos años. “Si eso ocurre, como parece que va a ser, tendremos que cerrar antes o después. Es muy complicado sobrevivir con el tipo de negocio que tenemos hoy en día", opina el mecánico.

El oficio de mecánico es sacrificado. Trabajan, como ellos mismos dicen, de "sombra a sombra". Los clientes llevan sus autos antes de que comiencen sus jornadas laborales, y los recogen cuando salen. 

 

 

Está claro, los talleres tradicionales desaparecerán, y los que continúen tendrán que, nunca mejor dicho, ponerse las pilas y adaptarse a esta nueva realidad. Serán los más jóvenes los que opten por este camino en el que reinará el software. Todo irá sobre actualizar software, sobre meter parches informáticos, que ya veremos quién es capaz de hacer eso. La gente joven que abra hoy un taller no tiene más que un camino: actualizarse y formarse. La imagen del mecánico con las manos manchadas y con el trapo va a desaparecer.

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